Alexandra Orrego y su lucha por terminar con la Deuda Histórica: “Hay profesores ilustres que hicieron mucho por este país y que fallecieron sin recibir lo que era de ellos”
Hace dos años, cuando Alexandra Orrego (56) hizo su transición, se enfermó. Un problema en la médula ósea, “de la familia de la leucemia” –según cuenta–, le ha hecho mirar la vida desde otro lugar; poner urgencia en aquellas cosas que quiere presenciar, porque ya no tiene las mismas expectativas de estar mucho tiempo más. Y entre lo que sí o sí le gustaría alcanzar a ver, está el resultado de una lucha que viene dando desde 1991, cuando por primera vez tomó –en ese entonces como estudiante de derecho– el caso de la deuda histórica de los profesores.
“En esos años comencé a trabajar con diversos abogados y llegué casualmente a este caso. Recuerdo que la gente estaba esperando que se hiciera algo, porque se había terminado la dictadura y entonces aparecía la posibilidad de los profesores de, por fin, recuperar algo de lo que se les adeudaba. Habían intentado hacer algo desde el Colegio de Profesores, pero no se había concretado, porque además era difícil. Hay que pensar que partimos con esto hace treinta años, en ese tiempo el sistema judicial era distinto”, cuenta.
La Deuda Histórica surge por el desconocimiento por parte del Estado al reajuste salarial, que desde 1981 deberían haber recibido los profesores por concepto del Decreto Ley 3551, que estableció una alza de hasta un 90% del sueldo base para todos los funcionarios públicos. “Lo que ocurrió es que con el paso del tiempo se fue complicando la situación económica del país y el Estado, de manera engañosa, dictó una normativa que excluyó los beneficios a las personas del sector privado, y como en ese período los establecimientos educacionales fueron traspasados del Ministerio de Educación a las municipalidades, los profesores que tenían incorporadas esas asignaciones, las perdieron”, explica.
Desde entonces, Alexandra tomó esto como una causa personal. Tanto así que postergó el término de sus estudios, porque reconoce que pasó de trabajar diez horas a la semana, a estar 24/7 dedicada a esto. “Cambié mi vida por luchar por esta deuda, porque finalmente más que un caso, para mí esto implica el reconocimiento de un derecho. Porque además con los profesores comencé a construir una relación cercana, me comprometí con ellos con el corazón”, confiesa.
El 2004 llegó a trabajar con los abogados Ciro Colombara y Giampiero Fava y con ellos logró lo que hasta hoy reconoce como el mayor avance en este tema. “Nos embarcamos en un juicio de derechos humanos y llegamos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Allí lo que peleamos fue el incumplimiento por parte del Estado de trece sentencias que durante estas décadas habíamos ganado, pero que no se habían cumplido. El 2013 la Comisión declaró admisible nuestra denuncia y luego vino un proceso largo en el que el Estado pidió diversas prórrogas hasta que finalmente en 2019 dicha comisión estimó que no había disposición por parte del Estado de Chile y sometió el caso antes la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que a diferencia de la Comisión, funciona como un tribunal. Y eso es lo que estamos esperando ahora. Esa sentencia. La audiencia pública fue el 31 de mayo y el 1 de junio recién pasado”.
Cuando tomaste estos casos por primera vez en el ’91, ¿pensaste que treinta años después seguirías en lo mismo?
No sé cómo llegamos hasta esta fecha. Llevamos treinta años peleando por esto, en diversos lugares del país: Vallenar, Chañaral, Parral, Cauquenes, Castro y Pelluhue son algunas de las localidades que he recorrido acompañando a los profesores. Son 848 personas las que tomamos nosotros, pero es una mínima parte de los más de 80 mil profesores en el país. Lamentablemente solo un grupo muy pequeño ha podido llegar a esta instancia.
¿Qué sentimientos tienes a la espera de la sentencia?
La misma que los profesores; felicidad e incredulidad, porque lo que se debe es mucho. Aunque acá no se trata solo de dinero, tiene que ver más con un tema de derechos.
¿Algo simbólico?
Obviamente queremos que se les pague lo que se les debe, pero también que se reconozca su valor en la sociedad. Si ganamos en la Corte Interamericana va a ser un hito, el hito más importante de la Deuda Histórica y seguramente abrirá puertas para poder realizar alguna acción respecto de los otros profesores del país para negociar políticamente sobre su trabajo y el valor que se le da. Hay profesores ilustres que hicieron mucho por este país y que fallecieron sin recibir lo que era de ellos; hay muchos que hoy tienen más de 80 años, así que es urgente que se resuelva.
Estamos en un momento histórico, la posibilidad de cambiar la Constitución y con ella la situación de los profesores y el sistema educacional en el país ¿Te da esperanza?
Sí, por supuesto. Es también la posibilidad de reivindicar el trabajo de los docentes, poniéndolo en su lugar. Ellos forman seres humanos, intervienen desde los primeros años hasta la adolescencia y mayoría de edad. A veces comparten más con los niños que sus propios padres, y estos niños aprenden en su aula lo que no han aprendido en la casa. Entonces contar con profesores motivados y bien remunerados es fundamental para tener un buen sistema de educación en el país.
¿Cuál crees que será la resolución de la corte?
Yo quiero que ganemos, obviamente, pero si me tuviera que ir hoy, me iría satisfecha de lo que hemos hecho. Aunque lo más probable es que nos vaya bien. Desde que me enfermé hace dos años, comparto mas que nunca la necesidad de que ocurran las cosas a tiempo. Muchos profesores han fallecido esperando, desde que metimos el caso a la corte ya han fallecido 24. Para mí sería maravilloso que ganemos, poder decirles a los que están que lo logramos. Sería algo muy grande. Y también sería un logro personal, podría terminar mis días con la sensación del deber cumplido.
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